F. J. Díaz | 09/08/2010
Era un día muy especial para el Espanyol, pues en la mente de todos estaba Dani Jarque, el que fuera capitán perico. Sus compañeros se acordaron de él antes, durante y después del partido. Pudo perder el Espanyol porque el Atlético tuvo más ocasiones en el partido, algo más el balón y dio la sensación de ser más equipo, pero Jarque merecía que el Carranza se fuera a Barcelona. Es su segundo trofeo y la victoria merma la tristeza en el club catalán. Callejón fue un peligro constante y Casilla, el salvador.
El Espanyol respondió a lo que se esperaba de él y no defraudó a nadie: fue un equipo serio, compacto, rocoso, duro de pelar. Y que tocó bien la pelota cuando encontró debilidades en el Atlético. Pochettino le ha dado una impronta especial a este equipo. Se le puede ganar, pero con sangre, sudor y lágrimas. Y al menor descuido te hace un destrozo. Mirándolo así, el partido le tuvo que servir de mucho a Quique. Le debió valer porque el Espanyol mostró de nuevo muchas carencias del Atlético a la hora de sacar la pelota. Demasiadas veces tuvo que pegar un balonazo arriba Perea ante la presión del rival. Empezó Jurado bien, pero desapareció y entonces nadie quiso el balón.
El primer tiempo le debió servir al técnico para saber que Diego Costa va a vender cara su salida. Sus incursiones fueron lo más peligroso del Atlético. Y el despiste defensivo, con incursión de Callejón entre los centrales, costó de nuevo un gol. La entrada de Agüero revolucionó el partido, como no podía ser de otra manera. Kun remató alto la mejor combinación rojiblanca de la noche y dejó el mejor detalle técnico en un regate mágico ante Amat. El argentino y Reyes sobresalieron y cuando el Atleti aceleró se encontró con Casilla, el portero del Espanyol al que la afición local silbó constantemente desde que salió.
El conjunto perico acusó el haber jugado el día anterior y el Atleti se fue a por el partido, pero careció de profundidad y de mordiente. Así las cosas el Carranza sólo podía decidirse a los penaltis. Y fallaron los dos zurdos del Atlético que tiraron, Filipe, que estuvo bien en el partido, y Reyes. Osvaldo no dudó en el penalti definitivo