Benzema templa al Madrid
Karim Benzema condujo al Madrid a una goleada balsámica. Unas gotas del inmenso talento del delantero francés fueron suficientes para desmontar a una Real que llegó a Madrid con la única idea de parapetarse atrás y que acabó como suelen los equipos que así proceden: goleada por un rival que recuperó la pólvora y, por momentos, el juego que le ha permitido transitar por esta Liga sin más contratiempos que los de la última semana. Un periodo convulso del que lo rescató la elegante naturalidad del francés.
En fútbol, aunque no sólo, las situaciones calientes requieren de mentes frías. Y, en el Madrid actual, quizá ninguna lo sea tanto como la de Karim Benzema. Como además es inteligente, ha entendido que para ganarse al Bernabéu hay que hacer también ciertas concesiones, de cara a la galería, pero que le permiten gozar de un estatus inimaginable hace tan sólo un año, en plena convivencia con Adebayor.
Ahora, Benzema convive con Higuaín. A veces, incluso coinciden en el campo, y la mezcla no es mala, sino todo lo contrario, porque ambos presentan virtudes complementarias. Sin Özil, Benzema se acostó a derecha, y desde ahí sirvió el balón del 1-0, que el Pipa convirtió con su fiereza habitual. Remató, hay que decirlo, muy cómodamente para estar rodeado de tanto defensa donostiarra. Tres centrales y dos pivotes que vieron en primera fila el gol que prologaba lo que estaba por llegar: una comodísima goleada del líder.
El tanto, madrugador, tuvo un efecto tranquilizante sobre el Madrid y sobre su hinchada, castigados por las frustraciones de los dos últimos partidos. La incertidumbre aún duró algo más, hasta que Ronaldo hizo el segundo. Antes dejó pasar dos claras ocasiones, alimentando la angustia de la grada, que no se declaró en estado de fiesta hasta el 3-0, obra de Benzema. El francés superó a Bravo con una excelsa vaselina, uno de esos goles que se recuerdan con el paso de los años. Todo fue exquisito: el control y el toque sobre la salida del meta rival.
Ahí acabó el partido, aunque Xabi Prieto trasladara la ilusión de que aún habría pelea tras el descanso. No fue el caso. El Madrid volvió a apretar arriba, tarea para la que -como volvió a evidenciarse- no se precisa de tres mediocentros. Es más una cuestión posicional que táctica. De presionar en campo rival, de ser agresivo. Así, puede ocurrir que Khedira asista a Benzema para cerrar el partido (minuto 48), convirtiendo el segundo tiempo en un trámite que el Madrid liquidó con otro gol de Cristiano. La Real inquietó tan poco que el Bernabéu pudo disfrutar de unos minutos de Sahin, del indulto de Coentrao y hasta de Jesé, que ocupó el lugar de Cristiano a falta de nada menos que diez minutos. Un hecho sin apenas precedentes, que revela lo fácil que vio la cosa el líder. Con el sosiego que le insufló la clase de Benzema.
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