Agüero evita el desastre
A estas alturas, los argentinos, tan dados al psicoanálisis, deben estar preguntándose por enésima vez por qué Messi es menos Messi con la albiceleste, por qué Tévez no marca las diferencias como en el City y por qué su selección no juega un pimiento y se muestra incapaz de superar a Bolivia en casa pese a disponer de algunos de los futbolistas más reputados del planeta.
Este sábado, la doble campeona mundial volvió a mostrarse como un equipo frágil en defensa y errático en ataque, más allá de que sus individualidades puedan sacarle del atolladero en cualquier momento.
Razones habrá muchas, pero no estaría mal que Batista empezara por hacer algo de examen de conciencia. Porque no vale hablar del Barça y llenarse la boca de buenas palabras si después uno condena al ostracismo al jugador más 'culé' -en cuanto a estilo de juego- que tiene Argentina en su plantilla. Hablamos, cómo no, de Javier Pastore.
Banega, más allá de su trágico error en el tanto boliviano, no parece que disponga de los galones suficientes para cubrir el enorme hueco dejado por Riquelme en la albiceleste.
Tanto así, que Messi acaba siempre por echarse al monte y asume funciones que no le corresponden. Se vio claramente en la primera parte, cuando fue el claro galvanizador del escaso fútbol del anfitrión del torneo. De sus botas partieron las contadas ocasiones de una Argentina que sufría lo indecible para superar a una ordenada Bolivia.
Tévez, en dos ocasiones, y Lavezzi dispusieron de buenas oportunidades, pero el cero a cero al descanso era una espada de Damocles que se convirtió en estocada a los 48 minutos de partido.
Fue entonces cuando un saque de esquina botado por Jhasmani Campos sin aparente peligro acabó por encender las alarmas. Rojas tocaba de tacón en el primer palo y Banega intentaba controlar el esférico en vez de despejar, despistando a Romero y permitiendo, de paso, que la pelota sobrepasase la línea de gol. Mal día para dejar de fumar, debió pensar el valencianista.
La zozobra pudo convertirse en debacle casi irreversible si Martins logra batir a Romero en un mano a mano a los 67 minutos, cuando Argentina era un alma en pena sobre el césped del Ciudad de La Plata, pero el guardameta del AZ tocó lo justo y evitó el regate limpio del delantero boliviano del Shakhtar Donetsk.
A todo esto, Batista veía algo de luz en el profundo túnel de sus planteamientos y apostaba por Di María y el Kun, una jugada que le salía bastante bien, pues de las botas del madridista partió el centro que Burdisso dejó con el pecho para que Agüero marcara de certera y preciosa volea.
El tanto animó a la albiceleste, que casi da la vuelta a la tortilla en otra ocasión del Kun y un posterior remate alto de Di María.
Un triunfo que no fue y que no hubiera tapado las miserias de un equipo que aún debe encontrarse por el camino si quiere acabar con 18 años de sequía en cuanto a títulos.
Tiempo hay para la redención pero de momento, Argentina es más de lo mismo: mucho nombre y poco fútbol.
Marca.com