La vengaza más cruelDicen que la revancha se suele servir en plato frío y así pasó en el Giuseppe Meazza. Cuando todo apuntaba que el duelo entre Inter y Bayern iba a terminar en tablas. Cuando todo el mundo apostaba por un combate nulo entre italianos y germanos tras un duro intercambio de golpes, Mario Gómez enmudeció el estadio interista al aprovechar un error de Julio César en el último suspiro.
El choque apuntaba a cita histórica desde el inicio, y sólo defraudó en lo corto que se quedó el resultado. Ambos equipos pudieron haber salido con tres o cuatro tantos en la chistera, pero los palos, la actuación de los dos porteros y la falta de puntería de los delanteros de los dos conjuntos evitaron que se celebraran más goles en San Siro.
Al Inter no le importó jugar ante su público y cedió la iniciativa a los hombres de Van Gaal para salir a la contra por medio de Eto'o y un Stankovic que duró 45 minutos. El camerunés fue de lo mejor de los suyos gracias a su infinita combatividad cuando controlaba el cuero ante dos, tres o cuatro rivales. De esta forma, sólo Kraft pudo frenar al ex jugador del Barcelona y gracias a sus reflejos evitó recoger algún balón del fondo de las redes.
Mientras el punta interista lo intentaba en un lado, Ribery y Robben hacían de las suyas en la otra parte del césped. Los dos demostraron ser de lo mejor del mundo con el esférico en sus pies. Su conducción en carrera está a la altura de Messi y Cristiano Ronaldo y sólo la concentración plena de los defensas puede evitar el gol en la meta rival. A pesar de esto, el galo tuvo la primera gran ocasión para los suyos con la cabeza. El holandés centró desde la derecha y el francés se topó con el larguero en su remate. Aunque Lucio y Ranocchia eran superiores por alto, el extremo del Bayern les ganó la partida para poner el miedo en el cuerpo a los transalpinos.
Entre susto y susto fueron pasando los minutos. Cambiasso perdonó en dos ocasiones cuando tenía todo a favor para adelantar a los suyos en la eliminatoria, Robben, tras la reanudación, se topó con el palo tras una diagonal característica del atacante tulipán, Luiz Gustavo no tuvo la suficiente puntería para sorprender desde lejos, Motta cabeceó demasiado centrado un saque de esquina botado por Sneijder, los disparos de Eto'o salieron desviados cuando se cantaban los goles...
Con este panorama, Van Gaal sólo movió el equipo por causa mayor. El Bayern no lo necesitaba. Fuera de casa un empate era un resultado más que bueno de cara a la vuelta en el Allianz Arena. Tampoco realizó permutas Leonardo excepto por la lesión de Ranocchia. El técnico brasileño fue incapaz de cambiar el signo de un partido y una eliminatoria que, no se le escapaba, pero sí se le complicaba.
Finalmente, con las prisas del resultado que mostraba el marcador, el Inter se fue al ataque con todos sus efectivos disponibles, pero Stankovic estaba fundido, algo que no vio inexplicablemente el entrenador interista, Chivu subió la banda en contadas ocasiones y Motta no es capaz de crear juego en los momentos del partido en los que Sneijder no aparece. Así, Eto'o hizo de todo, aunque en algunas ocasiones pecó de individualista. De esta forma, el Bayern sacó a relucir su mejor arma: La velocidad a la contra. Ribery y Robben son dos auténticos puñales y en esta ocasión, así lo demostró el holandés. El ex del Madrid se plantó en el borde del área, se sacó un duro chut que no pudo atajar Julio Cesar y Mario Gomez, muy atento, pasó por ahí para encarrilar el partido y dar la victoria a los suyos.
De esta forma, el conjunto bávaro se tomó una revancha de la final del Bernabéu que tendrá que sellar en el Allianz Arena si no quiere dejar en una mera anécdota su hazaña en tierras transalpinas.
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