La Dinamita Roja decidió llevarse trinitrotolueno de calidad a Kharkiv y ha conseguido volar por los aires la estabilidad del grupo de la muerte de la Eurocopa, que presumía una pelea de gallos entre Holanda, Alemania y Portugal y ha encontrado un peligroso elemento de inestabilidad. La victoria de Dinamarca resucitará la leyenda de 1992, cuando una selección de vacaciones y con su estrella, Michael Laudrup, en conflicto con su entrenador, aterrizó en Suecia por la sanción a Yugoslavia y levantó el título.Esta Dinamarca todavía tendrá que hacer más méritos para ser sucesora del equipo de los Brian Laudrup, Kim Vilfort o Schmeichel, pero de momento demostró su fe y ha generado más expectación si cabe en un grupo terrorífico. Mientras, la Holanda finalista del Mundial bajó en su cotización como la espuma, porque después de un principio prometedor demostró una falta de plan preocupante.
Agarrado a la pegada de su paquete de delanteros, como esperando a que el triunfo llegase desde la inercia, Holanda no ha desarrollado variantes ni planes b para reaccionar a sorpresas como el gol de Michael Krohn-Delhi, uno de esos anónimos jornaleros de la gloria que ganan la fama internacional para siempre en un gran torneo. Krohn-Delhi, jugador que curiosamente ha desarrollado la mayoría de su carrera en Holanda (se lee que Koeman permitió en su día su salida del Ajax hasta que los ajacied lo recuperaron en segunda instancia), marcó un gol que luego Dinamarca conservó en un ejemplo simbólico de cómo el espíritu de equipo puede tumbar las mejores individualidades. Kjaer y Agger, los centrales daneses, estuvieron gigantescos.
Podría decirse que Holanda cayó en la trampa de Dinamarca, pero tampoco sería del todo real. Pero sí es cierto que se confió. El discurso de bienvenida del partido en Kharkiv hacía intuir una goleada naranja, que en un cuarto de hora se acercó las veces que se propuso a la portería de Andersen. Apoyado en la verticalidad de sus cuatro jugadores ofensivos, Sneijder, Afellay, Robben y Van Persie, para Holanda el gol siempre parece una cuestión de tiempo. Sucede que cuando el plan es tan simple, y en ocasiones tan rentable, un entrenador y un equipo se vuelven demasiado holgazanes. Entienden la comodidad como un buen método para ganar partidos y olvidan variantes. Holanda tiene buenas cosas para sorprender, especialmente Van der Wiel, buen lateral ofensivo. Pero salvo raras excepciones, cuando el jugador del Ajax llegó arriba la jugada ya había terminado. Las conducciones de Robben suelen acabar en disparo o pérdida, no entienden de colectividad.
Así que Holanda merecía el gol pero Dinamarca aguantó el tirón y la primera vez que apareció por el área de Stekelenburg dio el zarpazo. Las lindezas gritadas a los cuatro vientos de la defensa naranja (sin Mathijsen) eran ciertas. Krohn-Dehli irrumpió en el área a toda máquina y telegrafió un recorte que se tragó Heitinga con la candidez de un juvenil. El disparo con la izquierda del danés no tuvo una respuesta digna de Stekelenburg. El 0-1, una bomba en Kharkiv, no parecía una apuesta segura en un futuro inmediato. Pero Holanda se apagó. Sólo apareció Robben después de una jaimitada de Andersen. El portero danés dejó al extremo del Bayern cara a cara y Arjen estrelló el balón en el palo. Fue la última señal de vida de Holanda en un buen rato. Al tiempo que los de Van Marwijk perdieron el norte, la Dinamita Roja creció tácticamente. Dio un correcto paso atrás porque en la primera parte concedía muchos espacios. Holanda fracasó, también con Huntelaar y Van der Vaart. Terminó desordenada, desesperada y mirando a Skomina, el árbitro esloveno que pudo pitar un penalti en los últimos minutos. Su crispación y algunos gestos de compañeros con Robben, empeñado en escribir su gloria personal en cada partido, no son las mejores señales para Holanda. Dinamarca, cargada de TNT, volvió a su cuartel general sabiendo que los primeros grandes titulares de la Eurocopa son para esa Dinamita Roja que cada cierto tiempo provoca explosiones sonadas en el fútbol.
AS.COM