Grandes y gigantes
En La Catedral se abrieron las puertas de la final de Copa para el Athletic, pero también para el Mirandés. Los de Pouso no jugarán ese partido, pero como si lo fuesen a hacer. El equipo rojillo puede mirar al frente y sentirse muy orgulloso, incluso más tras el 6-2 que se llevó de San Mamés. Fue un equipo grande derrotado por otro gigante, el Athletic de Bielsa, que jugó maravillosamente bien al fútbol y no dejó lugar a la duda.
El mítico estadio bilbaíno, a rebosar de fieles en una noche que pasará a la historia de nuestro fútbol por los dos equipos, no consintió los milagros. El Athletic fue muy claro y ya ganaba 3-0 a los 22 minutos. No le importó al Mirandés, que sabía que estaba allí para disfrutar y es lo que hizo. Fue goleado, pero con la cabeza bien alta, tremendamente alta.
El Athletic subrayó el guión esperado muy pronto. Dejó que se soltase el Mirandés en los primeros minutos y abrió el marcador en el 11'. Garmendia despejó el aire y Muniain, que es un diablo, cruzó delante de Nauzet para hacer el primero. A los de Pouso ni les dio tiempo a pensar. En el 14' recibió el segundo. El Athletic jugó de primeras, con espacios, y acabó marcando Susaeta con la izquierda.
En el minuto 22 los leones hicieron su tercer número de malabares. Este equipo no sólo ruge, algo que lleva en la sangre, también da espectáculo y lo hace todo con mucha delicadeza. Así fue el gol. El Athletic volvió a combinar con clase y Susaeta asistió al segundo palo con una pajarita. Por allí apareció el lateral izquierdo, Aurtenetxe, para dejar también su firma en el marcador.
El Athletic funcionó como un reloj y pudo hacer alguno más antes del descanso. El Mirandés mantuvo el tipo con orgullo. No olió el balón en muchas fases del encuentro, pero no rechistó. Era una noche para ser feliz.
Cuando todas ganan
Tras el paso por vestuarios, algo cambió. El Mirandés se atrevió a discutir con el Athletic. A muchos otros equipos, a demasiados, ni se les hubiese pasado por la cabeza, y menos después de ir perdiendo 3-0.
Los de Pouso hicieron dos goles, obra de Aitor Blanco, central, que recompensaron la actitud de un equipo que será campeón de Copa sea quien sea el que levante el trofeo.
Con la que se estaba montando en San Mamés tuvo que aparecer Llorente, autor de dos tantos, el cuarto y el quinto de los vascos. Su primera diana, el 4-1, representó lo que es el Athletic. El más alto y fuerte de todos los leones definió como si midiese medio metro menos y pesase como una pluma. No disparó a portería, dejó la pelota en la red después de amarla y respetarla.
En los últimos minutos, Aitor completó su doblete, César Caneda se equivocó de portería y todo acabó con un disparo al palo de Lambarri. Sonó el pitido final y San Mamés ovacionó a los suyos y a los jugadores del Mirandés. Todos se sintieron ganadores. El estadio rindió pleitesía a dos equipos como una Catedral.
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