Partidos como el tercero de estas finales entre los Celtics y los Lakers merecen más que una crónica. Partidos así merecen un cuento, una historia o, al menos, un lugar especial en nuestra memoria y en el recuerdo colectivo. Y más aún si pensamos que por medio anda un español de Sant Boi que poco a poco ha puesto la NBA a sus pies.
El tercer partido de la serie era la primera 'final' de verdad, respetando siempre a los choques anterior. Lo dicen las estadísticas y, lo que es más importante, lo dicen las sensaciones, las mismas que dejan muy tocados a unos Celtics que han visto cómo los Lakers les robaban una victoria que por momentos parecía suya. En su campo, con un Garnett enchufadísimo, los Celtics perdieron ejecutados por un base de 35 años.
Los Lakers tiraron por la borda una ventaja de 14 puntos. Ellos solos, poco a poco, dieron vida a unos Celtics donde Ray Allen, el héroe del segundo partido, estuvo completamente desaparecido. Aquí sí que los números son criminales: 0 de 8 en triples para un total de 0 de 13 en tiros. No era su día, frenado por un Fisher que reivindicó una estatua por decreto, un día de festividad en su honor o lo que quieran hacerle en Los Angeles.
Tampoco el de Rondo, que empezó dominando el partido con 6 puntos en el primer cuarto que hicieron temblar a los Lakers. Garnett tenía el orgullo tocado y aportó otros 6 al primer arreón céltico. Un parcial de 12-5 que dio paso a un tiempo muerto que puede marcar la final. La reacción de los hombres de Phil Jackson fue inmediata, con otro parcial demoledor entre el primer y el segundo cuarto que amenazó con romper el partido: 5-23 y 17 arriba para los angelinos (20-37).
Estadísticas Pau Gasol
Rival: Boston Celtics
T2 T3 T1 Asis. R.T
Punt.
5-11 0-0 3-6 4 10 38:58 13
Todo sobre Pau Gasol
Y a partir de ahí, la oscuridad. Los Lakers se atascaron, no supieron gestionar la ventaja y a punto estuvieron de inmolarse. El balón no llegaba a Pau, desfondado y exhausto defendiendo a un Garnett imperial que le hizo sufrir. Por fuera, los angelinos no encontraban autopistas. Se precipitó primero Farmar en el segundo cuarto y Kobe, tras el paso por vestuarios, quiso hacer suyo el MVP con una serie de lanzamientos forzadísimos que no dieron resultados.
Así, sin grandes exhibiciones, con Allen desaparecido, Garnett haciendo daño y un secundario, Big Baby, paseándose por la pintura, los Celtics se vieron a un punto. Moralmente, por delante en el marcador, con una remontada que no llegó a consumarse. Y los Lakers, en pleno atasco, hasta que apareció Derek Fisher.
El base no solo ayudó a secar a Ray Allen, sino que, ante las dudas de sus compañeros y con los Celtics pisando los talones, se puso manos a la obra, anotó 11 puntos en el último cuarto y se llevó la victoria del TD Garden.
Derek Fisher tiene cuatro anillos y todavía le queda un dedo libre en la mano, pero no quiere permitir que eso dure mucho. En Boston anotó penetraciones suicidas e impropias de un jugador de 35 años que tiene enfrente a uno de los mejores bases de la NBA, pero así es Fisher. Y para los Celtics, una herida de las que duelen en el orgullo. Por muy legendario que sea.
Marca.com
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